PRECAUCION: LETRAS

PRECAUCION: LETRAS
la combinación de dos o mas letras, puede tener significado

miércoles, 30 de junio de 2010

Los hijos pródigos

La obligación primera de todo preso es... escapar. Tal vez por eso tras unos primeros días de profunda frustración, admití como algo poético la pérdida de mis escritos y poemas hasta entonces.

Por eso la otra noche, nadando entre viejos papeles olvidados, una alegría me desbordó. Encontré un sobre con unos cuantos de aquellos poemas que en deshilachados versos golpeteaban sus alas en el ventanal de mi memoria. He comprobado que son bocetos y apuntes de los años noventa. Trato de comprender el porqué de su persistencia. Reencontrarme con una época, con un yo, con unos sentimientos, que quedaron atrás? que aún perduran metamorfoseados? No sé... mas lo mismo se trate de restos de naufragio o valiosa herencia familiar... aquí los iré colgando, al menos si no como hermosos... si como mis hijos pródigos... queridos... bienvenidos.


prodigo 1


Emerge lentamente la luna sobre el mar

la noche de mi cuarenta aniversario.

Los recuerdos rebosan mi corazón.

Quedamente crujen las conchas a mi paso.

martes, 15 de junio de 2010

las nuevas islas

Cuando la Corpus se fue con el último tañido del campanario, Zacarías supo que una puerta se cerraba tras de sí. Durante algún tiempo pudo resistir, cuidando sus ovejas y viviendo como hasta entonces. Pero un invierno de gripe su hija y el marido lo raptaron para su casa en la ciudad.

En el último piso de una finca estaba ahora su madriguera. Le pusieron una cama en la habitación del nieto. Este le consideró desde el primer día un invasor y lo mantenía a raya con la música bacaladera que tronaba en el cuarto. Pegado a los cristales de las ventanas buscaba la luz como planta que se mustia o animalillo enjaulado. No entendía la tele.

Salió a la calle y tras el agobio del ruido, olores y el frenesí de la prisa, dio con un parque. Tumbado sobre el césped, bajo una enorme haya, remontaban sus recuerdos hasta su rebaño, cuando un municipal le gritó que hiciera el favor de salir inmediatamente de allí. Discutiendo, le cuestionaba Zaca porqué la Naturaleza solamente podía ser vista.

Pero un miércoles a la noche, después de cenar, en el silencio de las trivialidades, al ver la tele algo ocurrió. El reportaje era sobre Belchite y la guerra civil española. Hubo un momento en el que el viejo Zaca comenzó a decir: “ese hombre está equivocado, eso no fue así”. Bruscamente le recriminan que guarde silencio, que se trata de un documental histórico...y por tanto lo que cuentan es siempre cierto... y que no interrumpiera más.

Calló. ¡Como si él no supiera lo que ocurrió entonces!. Él sí estuvo allí, temblando como una hoja con el estruendo de las bombas. Con dolor y congoja le tocó llevar en sus brazos los cadáveres de muchos amigos.

Triste, se levanta y se va al aseo. Sin encender la luz, cierra la puerta y rompe a llorar. Desde niño no lo hacía: “los hombre no lloran”. Ahora se desmorona, ya no es un hombre, tan solo un viejo.

Pasado un buen rato, por el ventanuco abierto y poco a poco, se le fueron colando desde el patio de luces: gritos de niños, conversaciones entrecortadas, olor a sardinas y el familiar batir de tortilla en plato. Una leve sonrisa desde su interior, como gaviota, se posó en su rostro. Se descubrió sentado en la taza del water, fumando un cigarro, mientras las fantasmales volutas de humo se llenaban de vida con la luz que la luna llena desparramaba desde el tejado.

En ese instante se dio cuenta que en el mar oscuro y turbulento de esta sociedad, acababa de descubrir en el retrete, esa pequeña isla que al menos por unos momentos, le permitía ser feliz.


martes, 1 de junio de 2010


Un gesto imperceptible


Atardecer primaveral. Una ligera brisa comienza a levantarse. La terraza de la cafetería está a la misma orilla del mar. Mi vista se embelesa, como gorrión sobrevolando el instante del ocaso, con los gritos de los niños agotando el día... las pequeñas tertulias en torno a las mesas... y las manos cogidas de algunas parejas.


Por un momento, del borde inferior derecho, surge una sombra que paso a paso se va haciendo dueña del campo visual y con ello de mi atención. El caballero pisa fuerte, lento y firme. La cabeza erguida. Toma con displicencia un periódico del estante que sale a un lado de su marcial paso. Unos metros mas atrás, una señora unos años mas joven, parece seguirle, cabizbaja, pesada, triste, arrastrando años de resignación.


El general, clava sus posesivos pendones sobe la cota a tomar dejando caer el periódico sobre la mesa vacía a mi lado. La leve brisa contribuye a levantar dos hojas insurrectas que son inmediatamente reprimidas por un manotazo del poder. Su mano izquierda comienza a deslizar una silla de plástico blanco. Al girar su cuerpo percibe que la señora que le seguía, su esposa sospecho, ha detenido su camino unos pasos mas atrás .



Ante la puerta abierta de la terraza que da acceso al interior de la cafetería, ella por un instante se detiene. Levanta su cabeza, apenas frunce el ceño... y con un gesto imperceptible, abandona la formación y entra en la cafetería. Al momento, el general, levanta el campamento. Recoge el periódico y sin perder su porte altivo, vuelve sobre sus pasos y con la misma cadencia... entra a sentarse en la mesa que ella, tranquilamente, ha ocupado.