Dicen de los vecinos del barranco de Miravet, que en las tardes de luna llena, si se levanta niebla acuden raudos a su casas. Otros comentan que si les pilla en pleno monte llegan a atarse a un árbol hasta que aclara. Temen que “el velo” los transporte a otros lugares retornándolos de nuevo en otra niebla cuando la luna quiera. Como a Jose Mª que fue llevado a los siete años y tardó casi dos en volver.
Ellos no quieren hablar de esto, ni ningún forastero les cree. Yo tampoco les creo.
Solamente cuando oigo a Jose Mª, a sus ochenta y cuatro años, (que nunca salió del barranco cuando retornó) soltar algunas frases en alemán siento que un vértigo frío me sube por la espalda.