5
Era la hora de la rendija. La bruma había envuelto a la luna... y descendió del monte.
Muchas eran las preguntas que sobre los huevos habían llegado a sus oídos. La llamada era muy fuerte. Parece ser que todo el mundo se preguntaba ¡qué “güebos” hacer con el huevo!... con ese cero... ese Kosmos-universo absoluto...¿como abarcarlo? Por las calles, entre el ruido... la prisa...medio aturdido realizó un inventario de huevos.
Hay huevos de madera... como aquellos con los que su abuela zurcía los calcetines. Son personas-ONG para quienes la vida es resolver rotos... reparar injusticias.... Quijotes generosos hacia el dolor de los demás, pero... en su interior no bulle un núcleo vivo.
Encontró huevos-escayola... como los que dejaba en el ponedor el abuelo, para reprimir el vicio de ciertas gallinas de picar y romper los huevos. Son algunos sindicalistas... obispos... políticos... todos aquellos controladores paternalistas que impiden que surja la vida con toda su fuerza. Son vidas totalmente falsas y engañosas..
Se vió rodeado de huevos-pascua en donde, bajo envoltura de papel-plata (euros de colores), una capa de choco-mierda escondía... un regalo. Son huecos huevos-consumo... huevos gürtel (¡te quiero un huevo!). Este modelo es el que rige los valores educativos actuales... el kinder-sorpresa. Niños atraídos por este modelo plagan el mundo actual. ¡Es el futuro!
Existen quienes habían encontrado su utilidad en un perverso juego: poner sus huevos en las manos de otro... quien los aprieta y afloja a su antojo. Parece ser que esto “engancha” dicen los sufrientes (entre quejas continuas)... y que no lo pueden dejar. Me inclino a creer que en el fondo... desean tener los huevos de otros en sus manos.
A medianoche encontró un santón bajo un árbol en el centro del parque... esperó al amanecer... a que el ceniciento barbudo descruzara sus piernas... y abriera los ojos. Ante su pregunta ¿qué güebos hacer con el huevo?... el santón le respondió que él nada sabía... estaba buscando la gallina de los huevos de oro. Le brillaban mucho los ojos... mas... no notó el color de la yema-llama del sol en ellos. Ni tampoco percibió en su fondo... la clara transparencia del vacío. Así pues... volvió a su casa... sonriendo.
Por el camino ha recordado el día que optó por ponerse ante el espejo. En que cogió el huevo con una mano... y... se dió fuerte contra la frente... en el entrecejo... jajaja... el tercer ojo se le quedó medio tuerto...jajaja... pero a partir de ahí... comenzó a sentir. El pensar y el sentir... se unificaban... y la locura iba invadiendo lentamente su organismo. La carcajada se oye, aún hoy, entre los árboles.