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Dicen que la razón se la dan a los locos, mas... yo no sé de ninguno que la haya querido recoger.
Tardé décadas en aprender a leer. Todo por culpa de la escuela. Ellos sólo me enseñaban a juntar letras... y sin salirme de la linea. Decían que si no, no tiene sentido. Pero un día, como gusano me metí en en el libro de Zajonc, queriendo atrapar la luz... y salí volando, como mariposa, buscando a Goethe. Tras un rato de altos vuelos... caí en picado, deslumbrado, en S.Juan de la Cruz, esquina con cuarteta de Omar y cruce con Li Po. Al rato entré a respirar (peaje necesario) en un cuadro de Chagall. Crucé volando entre chimeneas de serpentinas, violín en mano, montado sobre una partitura de Bach. Lógicamente el asteroidizaje fue en casa del principito. Allí estaba éste ligando con Alicia. Querían sembrar un agujero negro, para venir a verme. Estuvimos toda la tarde filosofando sobre si el ocho es un infinito vertical o las gafas de un cuatro, verde esmeralda, que se encontraba oliendo el suelo. Esa noche, agotado y antes de dormir, me acordé de los cuerdos. Pobrecillos, sólo saben seguir la linea, esa cuerda que los ata. Aún no se consienten volar, o al menos dispararse por el arco iris. ¿Puede ser que se mareen con la altura?. El caso es que tampoco dejan que otros lo hagan. Esto mismo les pasó hace mucho mucho... a las gallinas. Como buenas aves antes volaban, sobre todo los jueves... y más alto, si estaban contentas. Ni te cuento cuando se enamoraban... entonces... muchas se convertían en estrellas... y hasta en burbujas de adagios. Por eso a mi, ahora, me da mucha pena verlas tabuladas... y que ya no pongan huevos de sueños y colorines. Aunque... también hay personas que están todo el día tabuladas... mas... no se yo, estas... ¿qué huevos hacen con sus huevos?